Siempre he tenido el poder de sanar mi mente y espíritu con la creatividad que surge de mí.
Es un suceso revelador que llegó a mí en forma de personajes en la pared, mosaicos, techos, nubes, y en todo lo que se pueda dar forma, el crear vida en juguetes, peluches, mascotas y personificar frente a un enano me hacía sentir lo máximo. Los recorridos en auto utilizaba la ventanilla como pantalla tipo vídeo juego contra. Imaginando situaciones exponía la reacción que tendrían individuos y familias imaginarias con trastornos obsesivos.
A pesar de ser un niño calmado mi mente era muy inquieta, todo el tiempo tenía algo que hacer, creando, imitando, mejorando. La imaginación siempre ha sido mi aliada y los momentos de ocio nunca se habían hecho presentes ya sea visible o invisible siempre había algo por surgir.
Más tarde llegó el grafíti, música, dibujo, diseño, fotografía. He participado en cada una de estas áreas y me han llenado bastante, es simplemente la más bella forma de expresión.
Se me viene una pregunta: ¿Por qué cuando crecemos suprimimos esa creatividad? Es cortar las alas a un ave, des identificarnos con nuestra propia esencia, salirnos del camino, es solo que crecimos…
Creces y te dicen que eso no te va a llevar a ningún lado, es una pérdida de tiempo, no vas a vivir de eso, hay muy poco trabajo, y un sin fin de opiniones falsas no experimentadas que terminan por convencernos que son actividades de una etapa pasajera.
La sociedad nos dice; solo los infantes tienen derecho a la verdadera recreación, como adulto deberá transformarse en distracción observando series, redes sociales, vídeo juegos. ¡Eso es absurdo! ¡Es morir en vida! ¿Dónde quedó esa creatividad por la vida?
Mi sugerencia es nunca dejar morir esa ingenuidad creativa y seguir siendo lo que somos, ya sea sea en las artes, deportes, naturaleza, animales etc. tenemos la responsabilidad de reencontrarnos, educar a los menores y hacer ver a los mayores que pueden orientar su mente y espíritu para existir sin tantas barreras, por que eso es lo que nos hace falta para llevar una vida con más propósito.